Hoy os voy a dejar una de las canciones que inspiraron las escenas de "Puro Fuego" para que podáis comprender qué siento cuando escribo. Siempre me ha gustado imaginar con música, me da una libertad que pocas veces se encuentra y es gratificante imaginarme escenas enteras con una simple canción. Os voy a dejar una de las escenas y espero que tengáis esta banda sonora de fondo para que la disfrutéis muchísimo más.
La paciencia no era una de sus virtudes, pero cuando se trataba de esperarle a él podía hacer una excepción. Llevaban dos semanas viéndose y había conseguido importantes avances y progresos. Él quizá seguía pensando que todo lo que ella le contaba era parte de una simple historia, pero era mucho más que eso. Le había contado algunas luchas de antaño, las guerras que habían asediado a ambos bandos y había comenzado a descubrir a esos grandes perdedores, “nosotros: los humanos”, como ella le había hecho ver.
Y en el fondo ella se había dado cuenta que él comenzaba a comprender cada cosa que le contaba, que daba su opinión y que en cierta forma iba tomando partido por uno de los dos bandos. Y era clara cuál sería su respuesta cuando se lo planteara, pero aún no era el momento. Se apoyó en la pared que tenía detrás de ella y metió las manos en los bolsillos de la chaqueta. No porque tuviera frío ni mucho menos... Hacía años que había dejado de sentirlo, pero le gustaba tener las manos escondidas y ocupadas en cualquier otra cosa.
Estas últimas semanas habían sido intensas. Las negociaciones con determinados sectores de los Anfarwold habían sido arduas y duras, pero parecía que por fin llegarían a un acuerdo y también tenía que contar las patrullas. Había estado tres noches sin ver a Noah por culpa de las patrullas. No es que no pudiera pedirle a Adair un relevo, pero ella misma no quería dejar la suerte de sus compañeros en manos de cualquier otra persona, así que se había resignado. Vivía con una misión permanente y una lucha ocasional.
“Y podrías librarte de las reuniones si dejaras que Amras se ocupara de ellas, pero necesitas mantener la mente ocupada ¿verdad?”. Asquerosa voz interior que salía cuando menos te la esperabas... Sí, quizá se había sobrecargado de trabajo para no tener que pensar demasiado en todo.
Escuchó la voz de tres tipos que se acercaban a ella. Aún estaban a una distancia más que prudencial, pero ella podía escuchar sus voces nítidamente, incluso desde allí. Habían reparado en su presencia y le daba asco solo de pensar la cantidad de cosas que debían de estar pasando por su cabeza. Alzó la vista y la clavó en uno de ellos que le miró con lascivia.
¡A la mierda! Si querían pelea la tendrían, de eso estaba segura. Pasaron por su lado y justo cuando parecía que la dejarían tranquila, uno de ellos se paró dándose la vuelta y mirándola de arriba abajo. Joder, tendría que romper muchos dientes aquella noche y eso no era propio de una dama ¿no? Aunque fuera vampira...
- Muñeca... ¿Esperas a alguien? - preguntó el tipo haciendo que un fuerte olor a aros de cebolla flotara hasta ella y le dieran ganas de vomitar – porque si no es así...
- No me arrimaría a ti ni siquiera con un palo para tocarte – le cortó ella y pudo ver cómo la sonrisa del tío se esfumaba de sus labios – así que será mejor que te largues.
- Mira preciosa... - volvió a decir el hombre, y sus dos amigos se pusieron a cada lado de ella – no te hagas la digna. Conozco a las mujeres que son como tú.
- Ya veo... - dijo ella mirándole de arriba abajo – yo no soy una de esas ratas callejeras o pobres infelices con las que te acuestas... - se separó de la pared y pasó entre ellos sabiendo lo que pasaría a continuación.
Dicho y hecho. Uno de ellos la cogió del brazo e intentó tirar de ella, pero le fue prácticamente imposible. Lesley se zafó de él y siguió caminando hasta que escuchó cómo otro de ellos corría y le cortaba el paso. Joder, no podía utilizar ninguno de sus “poderes” con ellos y eso sí que podía considerarse un maldito inconveniente. Observó que el primero se ponía un cigarrillo entre los labios y lo encendía mientras se acercaba a ella con cierto aire de superioridad.
- Te voy a decir lo que voy a hacer contigo – su tono era bajo, pero podía escucharlo a la perfección – vas a venirte con nosotros... - se acercó más a ella – voy a follarte y después lo hará él – señaló a uno de sus amigos – y después él – señaló al otro – y quizá hasta te follemos los tres – soltó una carcajada.
- Ni en tus mejores fantasías, gilipollas – le espetó Lesley empujándole y haciéndole tambalear.
Podía ocuparse ella solita de eso. Esos tres pronto descubrirían que el placer no se obtenía tan fácilmente, pero no tuvo tiempo de poner su plan en marcha. Escuchó un grito de advertencia y casi al instante la figura de Noah se interpuso entre ella y los atacantes. ¿Qué coño estaba haciendo? ¿Quería ser el perfecto salvador de la dama en apuros? ¡Y una mierda! “Recuerda que eres una humana... Al menos ante sus ojos”, aquella estúpida voz no se callaba ni siquiera en esos momentos.
El puñetazo que le asestó en la cara al primer cabrón la dejó impresionada. Debajo de ese cuerpo que parecía albergar pocos músculos se encontraba una gran fuente de poder. Se apartó y sintió las manos de uno de ellos en las caderas... Clavó el tacón de sus botas en el pie del atacante y después le asestó un fuerte golpe en el estómago que le hizo doblarse.
Miró hacia Noah, vio que le habían pegado un fuerte golpe en la cara y se había echado hacia atrás. Mierda, aquello estaba llegando demasiado lejos... Fue directamente hacia allí, pero Noah la paró con una mano impidiéndole que se acercara más a los tres hombres que se habían juntado y formaban una barrera frente a ellos.
¿Y qué debía hacer ahora? Quizá si le dejaba inconsciente podría encargarse de los tres atacantes, pero... parecía que el chico tenía la situación completamente controlada. Ella no se había dado cuenta del cigarro que había caído al suelo y ahora se encontraba a escasos centímetros del hijo de puta que quería follársela.
Se mantuvo detrás de él, podía sentir la tensión del cuerpo del hombre, la furia que le embargaba y ocurrió. Lo había sentido en otras ocasiones, con otras personas como él, con otros Morak, pero nunca una energía tan fuerte, tan transparente. No sabía cómo se manifestaría su poder, pero estaba segura de que en breve lo vería.
Y así fue. Donde antes había un simple cigarrillo encendido ahora ardían unas llamas que iban aumentando. Los tres hombres se echaron hacia atrás, pero uno de ellos, el líder, no consiguió apartarse a tiempo y los bajos de sus pantalones comenzaron a arder igual que las llamas que tenían delante.
- Apagadlo inútiles – les gritó a los otros dos.
- Pero cómo coño... - estaban completamente impresionados por lo que acababa de pasar.
Huyeron. En cuanto apagaron el fuego que intentaba devorar el cuerpo de su amigo, le agarraron y salieron pitando de allí. Lesley se mantuvo quieta, debía darle tiempo, espacio y dio gracias a sus sentidos agudizados para saber cuándo la tensión de su cuerpo se había relajado y sus poderes iban disminuyendo. Le vio girarse y ella mantuvo una expresión de sorpresa ante lo que acababa de ocurrir aunque sabía exactamente qué había sido.
Fuego... Piroquinesis. Pocas personas la tenían y también era un poder difícil de controlar. Se necesitaba demasiada energía por parte de una sola persona... Pero ahí estaba él, ante ella, intentando calmar aún su respiración. Observó sus ojos verdes que refulgían como dos esmeraldas, un hilillo de sangre bajaba por su labio...
- ¿Estás bien? - preguntó Lesley acercándose a él - ¿Qué ha sido eso? - lanzó una mirada a la zona donde el fuego se había extinguido.
- No sé... - dijo él llevándose la mano al labio y limpiando el hilo de sangre que caía - ¿Tú estás bien? - sus manos apretaron los hombros de Lesley y ella asintió.
Apenas tuvo tiempo de pensar en nada más. Él simplemente la abrazó, la atrajo hacia su pecho y dejó que apoyara su cabeza en él. Sentía el latido de su corazón, podía escucharlo claramente y cómo su respiración se iba normalizando cada vez más. Dejó de pensar, de planear, simplemente se obligó a sentir después de tantos años, de tantos siglos transcurridos... Hubiera dado cualquier cosa porque Noah se quedara callado, porque no dijera nada más y derribara las barreras que ella misma había levantado para protegerse, pero lo hizo.
- Cuando vi que te estaban atacando... - su tono se volvió duro – si hubiera llegado más tarde – ella se separó de él y le miró a los ojos.
- Has llegado – le contestó ella cogiéndole de la cara y obligándolo a mirar sus ojos – me salvaste de esos degenerados y... - se quedó mirando la zona donde había prendido el fuego – da igual lo que pasara. Estamos juntos y es lo que cuenta – sonrió – será mejor que vayamos a curar eso.
- Sí – dijo Noah sonriendo – Mi casa está cerca... - se quedó mirando su expresión – podríamos ir.
- ¿En tu moto? - preguntó ella alzando una ceja.
- ¿Ves alguna forma de llegar que no sea ésa? - preguntó él sonriendo y señalándole la moto que estaba perfectamente aparcada – andando tardaríamos mucho más y no pienso dejar a mi preciosidad aquí fuera toda la noche.
- No sabía que tenías una hija, pero es bueno saberlo – dijo Lesley con cierto tono cómico – el próximo día me encargaré de comprarle una piruleta.
- Le gustan de las caras – le aconsejó él mientras caminaban hacia la moto.
Lesley se quedó parada cuando él sacó los dos cascos y le tendió uno. Iba a hacerlo, montaría con él, iría a su casa y... ¿Para qué? Simplemente iba a cuidarle, a curarle, asegurarse que no había nadie alrededor y se iría. Sí, eso era lo que iba a hacer, pero cuando miró aquellos ojos verdes supo que sería una de las cosas más difíciles de toda su vida.